La lápida sepulcral de Juan de Castro

 

 

¿Podríamos establecer una relación con el año 358 de la Hégira y el 1560 de después de Cristo cuando entre ambos existe una diferencia de 592 años?

Estamos en la Mezquita-Catedral de Córdoba, y hoy vamos a hablar de una interesante lápida que está situada en el Museo de San Clemente, dentro del propio edificio. Es interesantísima a la vez que muy poco conocida. Se encuentra exactamente en el rincón sureste del edificio, entre el Tesoro y El Sagrario y pegada a la quibla.

Esta lápida procede de la Capilla del Santo Nombre de Jesús, situada en el exterior del Crucero, en el muro de la Epístola del Coro, y cuyo fundador había sido Juan de Castro, canónigo de la Catedral. En 1560 fue enterrado en esa capilla y su sepultura contaba con una lápida con la siguiente inscripción:

“IOANNES VOCOR / COGNOMENTO / DE CASTRO PRES / BITER INDIG / NVS HVIVS ALME / ECCLESIE CANO / NICVS FRATES /ORATE PRO ME / AD DOMINVM / DICENTES PA / TER NOSTER”

“Soy llamado Juan, con sobrenombre de Castro, indigno presbítero canónigo de esta santa Iglesia. Hermanos, orad por mí diciendo un Padre Nuestro al Señor»

(traducción de Manuel Millán)

 

Felipe II

2 maravedíes de la ceca de Cuenca

 

Los hechos relacionados anteriormente ocurren con Felipe II como rey de España del que os propongo esta moneda de dos maravedíes. Estas monedas de vellón no tienen fecha y recibieron el sobrenombre de ochavos. Son abundantes encontrándose en mala conservación, no es este el caso, por el uso al que se vieron sometidas.

A la derecha del castillo se observa perfectamente una A con una + encima. Es el signo que aplica Andrés de Contreras, ensayador de la ceca de Cuenca alrededor de 1566 por lo que ya sabemos cuando fueron acuñados estos dos maravedíes, sólo seis años después al enterramiento de Juan de Castro.

 

 

En 1896, con motivo de la realización de trabajos para dotar el suelo de pavimentación de mármol, Velázquez Bosco retira esa lápida sepulcral y cuál sería su sorpresa que se encuentra que en su cara inferior hay una inscripción en árabe.

 

 

Y está escrito lo siguiente:

¡Lo que Allah quiere, es! ¡No hay fuerza ni poder sino en Allah! ¡Allah bendiga a Muhammad, Sello de los Profetas y Señor de los Enviados, y le salve en los Mundos!. Mandó el Imán siervo de Allah al-Hakam, al-Mustansir bi-llah, Príncipe de los Creyentes, heredero de Su pacto y Su califa sobre Sus siervos, el guardador de Sus preceptos, el cumplidor de Sus leyes y el agradecido a Su favor, -Allah alargue su existencia en el más pleno prestigio, la más total salud y el más completo regocijo y prosperidad- esta construcción. Y fue terminada, con el auxilio de Allah y Su poder, bajo la dirección de su liberto y háyib, Ya´far ibn Abd al-Rahman, -¡Allah esté satisfecho de él!- con la inspección de Ma´qil y Tamman, sus fata/s, en el año ocho y cincuenta y trescientos. ¡La alabanza a Allah, Señor de los Mundos!

(Traducción de Manuel Ocaña)

 

Está grabada con escritura cúfica, y la calidad de sus caracteres es tal que hoy se está utilizando como material en estudios universitarios así como modelo en manuales de caligrafía árabe.

 

Al-Hakam II

Dirham del 358 H de la ceca de Medina Azahara

 

Este dirham es exactamente del mismo año 358 de la Hégira al que se hace referencia en la lápida. Dentro de los dirhames califales es de los más comunes, apareciendo ya en el último renglón del anverso el que después sería el famoso Almanzor. El año 358 de la Hégira corresponde al 968-9 de Jesucristo.

 

¿Cuál es el origen de esa lápida?

Por una parte están los que defienden que es la lápida fundacional de la ampliación de Al-Hakam II en la Mezquita. Podemos citar en este sentido entre otros a Antonio Muñoz Molina en “Córdoba de los Omeyas” editorial Planeta en 1991 y Fundación José Manuel Lara en 2007, o Antonio Ortega Serrano en “La Mezquita paso a paso” impreso en Litopress en 1998 y 2006.

Sostiene este autor, Antonio Ortega, que fue arrancada de la quibla (muro sur) en el siglo XVII precisamente para “grabar en su dorso el laude funerario de un canónigo”. De ser cierta esa afirmación el origen y destino de la lápida quedaría solucionado. Pero no aclara quién es el traductor de la lápida (“…hacer esta ampliación, la cual quedó terminada…”), y es a este autor al único que le he leído que fue arrancada de la quibla, no especificando de donde ha sacado dicha información. Además de que habla del siglo XVII cuando los supuestos hechos deberían de haberse producido en todo caso en el siglo XVI.

 

Y por otra los que indican que procede de un edificio ajeno a la Mezquita, entre los que se encontraría Manuel Nieto Cumplido, que llega a plantear la hipótesis de que fuese de Medina Azahara en su obra “La Catedral de Córdoba”, editorial Cajasur en 1998, y Manuel Ocaña Jiménez que sostiene que el error de asignarla a la propia Mezquita puede ser debido a la pésima interpretación de Amador de los Ríos y que la “terminación de unas obras que nada tuvieron que ver con la ampliación alhakamí aunque se pretenda relacionarlas con la misma”.

Manuel Nieto Cumplido establece una relación de esta lápida con Medina Azahara, pues el año de 1560, el año del enterramiento del canónigo Juan de Castro, coincide con que en esos años se produce traída de materiales desde Medina Azahara para la construcción de la Catedral.

 

La diferencia de traducción de ambos autores es evidente:

“Hacer esta ampliación” en el caso de Amador de los Ríos

“Mandó el Imán…esta construcción” en el de Manuel Ocaña

 

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