La moneda falsa (1)

Este artículo ha sido publicado en la revista «ARTE, ARQUEOLOGÍA E HISTORIA» números 27/28 DE 2020/21

 

La criminalidad, otras veces la picaresca y la necesidad son las causas de fondo de las falsificaciones. Y han ocurrido siempre.

No obstante hay que diferenciar dos tipos de falsificaciones: las de época y las actuales.

Las primeras fueron realizadas en los momentos en que esas monedas funcionaban, es decir, que esas monedas entraban en los cauces comerciales del momento mezclándose con las originales, hasta que eran detectadas como falsificaciones, lo que no impedía que sus propietarios continuasen seguir comerciando con ellas mientras fuese posible.

Las segundas son aquellas que tratan de confundir a los aficionados a la numismática y que normalmente imitan piezas escasas y valiosas. Son una verdadera estafa.

Incluso hay una tercera imitación, que no falsificación, que es la realizada por plateros realizando piezas para su utilización en joyería. En ese caso suelen diferenciarse en el tamaño o por algún detalle pues no intentan confundir a nadie.

Este artículo se dedica a las primeras y que se conocen como falsificaciones de época así como aquellas monedas acuñadas por la autoridad competente y que por alguna razón se han acuñado con merma de su metal precioso. Veamos cuales son las formas más usuales de ellas:

 

Sustracción de una parte del metal de la moneda.

 

Esto se realiza en aquellas de metales nobles: oro y plata, pues sisar un trocito de cobre no merecía la pena

 

            4 reales de Felipe III

Peso: 13,7 gramos

 

Este procedimiento era muy fácil y podía ser realizado por cualquier persona. Y pasaba desapercibido con las llamadas macuquinas que se acuñaban a martillo y se les ajustaba el peso cortándolas con una cizalla en la propia ceca. En el caso que tenemos delante ¿todos son cortes de fábrica o alguno se ha producido posteriormente?

Es difícil de determinar.

 

Dinar de Harum-al-Raxid del 183 H

Posible ceca: Madinat al-Salam (Bagdag)

Peso: 3 gramos

 

En este caso al ser un cóspel circular sí se le observa donde se le ha producido el corte. Se le ha hecho con meticulosidad pasando casi desapercibido. El trozo recortado es pequeño pero es que hablamos de oro. Se trata de un dinar abasida del califato de Bagdag que circuló en Al Andalus.

 

 

Más tarde la perfección de la acuñación no permitió la recortadura al incorporar la cerrilla en el proceso. La cerrilla era una máquina que grababa un cordoncillo en el borde.

También se han utilizado procesos químicos o eléctricos para las falsificaciones. Por ejemplo, sumergiendo una moneda de oro en agua regia, ésta disolvía parte del oro; el agua regia es una mezcla de ácido nítrico y ácido clorhídrico. Con este procedimiento aparecen rugosidades en la superficie.

 

8 escudos de Carlos IV de la ceca de Santiago

Peso: 26´8 gramos

Posiblemente afectada por agua regia

 

La pequeña falta de peso de esta moneda puede ser por el desgaste propio del uso, cosa rara pues el oro no circulaba en exceso al estar más bien guardado, pero está siempre presente la posibilidad de la afectación por el agua regia por el aspecto. La forma de localizar estos fraudes pasaba siempre por comprobar el peso de la moneda y por ese motivo las monedas se pesaban al realizar una compra; de siempre se ha sabido que la plata y el oro se pesaban y el cobre se contaba.

 

Otro procedimiento dentro de este tipo, y del que no tengo a mi disposición ningún ejemplar, ha consistido en separar dos láminas de una moneda. Una correspondiente al anverso y otra al reverso, y la parte central se sustituía por otro metal. Quedaba así la nueva pieza como un sandwich, o como un corte de helado; y la apariencia, sin mirar el canto, totalmente normal.

 

 

Empleo en la aleación de una ley más baja

 

La moneda no está compuesta al 100% del metal fino pues los metales puros suelen ser blandos. Añadiéndole un 10% por ejemplo de otro metal se le da la dureza adecuada. Todos sabemos que a eso se le llama la aleación, y la ley es la proporción de metal fino en ella.

La ley suele ser en el caso de monedas de oro o plata de 900 u 835 milésimas (o 90/83,5 % del metal más valioso)

La ley en la moneda se ha caracterizado en muchísimos casos porque ha evolucionado a la baja y en ocasiones de una forma secreta, es decir que los ciudadanos no sabían que la ley se había bajado porque era el propio estado el que ordenaba su reducción.

 

 

Enrique II de Castilla

Real de ½ maravedí o real de vellón. Debería haber sido de plata

Peso: 2´4 gramos

 

En la evolución a la baja es típico el caso de las llamadas “falsificaciones reales” realizadas por Enrique II de Castilla, que acuñó reales de vellón en lugar de reales de plata. Todo a consecuencia de los altos pagos que hubo de realizar a Beltrán de Duguesclín,

¿Recordáis aquello de “Ni quito ni pongo rey pero ayudo a mi señor”? Las grandes sumas que el pretendiente al trono hubo de pagar al francés tienen como consecuencia la práctica ausencia de plata en estas monedas.

 

 

Abderramán III, ¼ de dinar ceca Al Andalus (322-7 H)

Peso: 1´25 gramos

Ley excesivamente baja

 

También son conocidas las primeras acuñaciones en oro de Abderramán III, que son de una ley baja porque aprovechó todos los trientes visigodos que pudo para los nuevos dinares. Como los trientes de la última época no tenían una ley alta…

 

 

En otras ocasiones se trataba de fraudes que se realizaban en la misma ceca, como es el caso del fraude de Potosí con los Austrias, que llegó a poner en peligro la moneda española y en consecuencia el comercio internacional pues al ser conocido no se aceptaba la moneda de aquella procedencia, lo que obligó al Estado a cambiar los tipos monetarios además de ajusticiar a los responsables. Y esa es la causa de que a partir de entonces se incluyese obligatoriamente en la moneda española la fecha así como el ensayador de la misma como responsable de la ley correcta.

El fraude se efectuó alrededor del 1640 y fue el más importante hasta esa fecha. La moneda de plata tenía en esa fecha una ley de 11 dineros y 4 granos, lo que equivalía aproximadamente a las 900 milésimas actuales, y consistió el fraude en una rebaja de la ley del 25 % que llegó en ocasiones hasta el 60 % del metal fino. Estaban involucrados todos los responsables de la ceca además de personas ajenas a ella.

En un intento de solucionar el fraude se pasó por devaluar la moneda en circulación (los 8 reales pasaban a 6, los 4 a 3…), recogida de la misma dando un plazo de entrega y que originó problemas con las ciudades pequeñas y distantes que no se enteraron, y sobre todo la fundición de la moneda peruana y el establecimiento de una nueva serie que sería el inicio de los columnarios.

Estas monedas, los columnarios, por una cara tenían las columnas de Hércules con la inscripción PLVS VLTRA a la vez que debían llevar el año e iniciales del ensayador.

La consecuencia del fraude fue un alza de precios y pérdida de patrimonio familiar en muchos casos así como paralización del comercio por desconfianza, pues al final no se sabía qué moneda estaba afectada y cuál no, y a nivel externo bloqueo del comercio internacional.

El tiempo que se calcula de dicho fraude es de unos 8 años y equivalió a 10 millones de pesos.

Las monedas afectadas recibieron el nombre de “rochunas” en alusión a Francisco Gómez de la Rocha, personaje que sufrió garrote en plaza pública y sus bienes confiscados. Pero no fue, como hemos apuntado, el único responsable.

 

 

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