La moneda falsa (y 4)

Este artículo ha sido publicado en la revista «ARTE, ARQUEOLOGÍA E HISTORIA» números 27/28 DE 2020/21

 

 

Felipe IV, 16 maravedíes

 

En este caso tenemos otra moneda, que si en el anterior se detectaba su falsedad por el pésimo estilo de su valor y fecha, ahora nos encontramos con otra en el que su falsedad se detecta por otros elementos.

Aparentemente estamos ante 16 maravedíes de Felipe IV de la serie de 1661, pero al analizarla despacio tenemos en el anverso un resto de un resello de la serie de 1658, y otro resto del mismo resello en el reverso, concretamente una X de REX. Pero las piezas de 16 maravedíes fueron acuñadas sobre flan nuevo y no en piezas anteriores por lo que se deduce que los 16 maravedíes son falsos.

De esa acuñación de los 16 maravedíes hay otro detalle anormal que se detecta en el reverso. Debería de estar escrito en su orla “HISPANIARVM REX y fecha”. Si se observa las aes de HISPANIARVM están escritas al revés, lo que yo no he encontrado en ninguna pieza auténtica de los 16 maravedíes. Otro detalle de su falsedad.

 

16 maravedíes de Felipe IV supuestamente de la ceca de Sevilla

Peso: 4´32 gramos

 

En las dos monedas antes descritas se trataba de resellos que se habían hecho sobre monedas preexistentes, pero en la ahora presentada se trata de 16 maravedíes sobre metal nuevo. No obstante estamos ante otra falsificación pues tenemos una malísima grabación de sus elementos seguro hecha por manos inexpertas.

Hay referencias de talleres clandestinos en las provincias de Jaén, Valencia, Castellón, Córdoba o Granada

 

Este tipo de piezas, de Felipe III y IV y sobre todo las de 1661 a 1664, se han falsificado también utilizando como base cobres de distintas procedencias. La causa de la falsificación era utilizar cobre en lugar de vellón. Un estudio realizado por Carmona Avila y Moreno Rosa en 2016 sobre piezas falsas encontradas en una cueva en Priego de Córdoba daba una liga de plata de 0´15 % en lugar de 6´94 % que debería de tener en el caso de legales.

 

 

Juan Carlos y Sofía, 500 pesetas

 

Las 500 pesetas de Juan Carlos de la foto se nos presentan con metal adecuado y con peso correcto. Pero los relieves están algo difuminados y se observan pequeños poros.

Los poros suelen ser la consecuencia de monedas fabricadas por fusión, El enfriamiento hace que el aire contenido en el metal se desprenda en pequeñas burbujas que producen en la superficie pequeñas granos o poros. Una buena falsificación.

 

 

Pero la más famosa falsificación de este tipo es la denominada duros sevillanos

La expresión “Más falso que un duro sevillano” se sigue aplicando en nuestra sociedad para indicar la falta de legalidad en diversas situaciones.

Veamos de donde proviene:

A finales del siglo XIX se produjo en la ciudad de Sevilla una falsificación de tal magnitud que inundó el país de monedas de 5 pesetas falsas. Son los llamados duros sevillanos.

Fue una falsificación totalmente novedosa pues la industria se había desarrollado lo suficiente como para que la presencia de estas monedas pasase como auténticas, pues era muy difícil distinguirlas de ellas. Pero lo más significativo es que eran de plata y con una ley idéntica a las verdaderas.

Hasta este momento la falsificación había consistido fundamentalmente en el empleo de un metal inferior que posteriormente se recubría con un baño de plata. Pero este no era el caso pues como digo era plata “auténtica”. Se sabe que fueron fabricados en Sevilla por la fundición Covián, próxima a La Barqueta, pero hay que decir que también salieron de Gerona e incluso de países americanos. Pero los sevillanos se quedaron con el apellido.

Es muy curioso el procedimiento utilizado para entrar y sacar los duros de Sevilla. Se realizaba el trasiego en los varales de las camas de hierro que tenían un diámetro similar. Entraban en el material importado de Francia (varales y monedas a falta de acuñación) y salían en las camas terminadas.

 

Los duros sevillanos son falsificaciones de época

Peso:  24´6 gramos

¿En qué se distinguía entonces un duro sevillano?

Pues pasado un poco de tiempo aparecía en ellos una tonalidad amarillenta o se manifestaban oxidaciones como aparecen en este duro de Alfonso XIII

¿Qué ocurría?

Aunque la ley de plata era correcta y la talla de sus partes había sido muy bien realizada, la maquinaria era de tipo artesanal pues no olvidemos que los talleres eran clandestinos y debían pasar desapercibidos. Era necesario calentar el cóspel para proceder a su acuñación, y el efecto de ese calentamiento se traducía posteriormente en esas imperfecciones referidas.

Pero cabe una pregunta más: ¿Cómo es posible que se realizase una falsificación utilizando el metal correcto? La respuesta es muy sencilla pues en esos años se había producido una bajada muy importante en el precio de la plata con lo que el valor facial, 5 pesetas, era muy superior al valor de la plata utilizada. El valor de la plata estaría alrededor de las 2 pesetas (entre 1880 y 1900 la plata bajó un 60 % de su valor)

La Ley de Gresham se cumplió a la perfección con los duros sevillanos. La Ley de Gresham dice que la moneda mala expulsa a la buena.

¿Qué es lo que ocurría en este caso? Veamos: Supongamos que tenemos en nuestro poder dos duros, uno legítimo y otro falso. Si vamos a hacer una compra intentaremos deshacernos del falso, quedando en nuestro bolsillo, bien guardado, el legítimo. Por ese sencillo mecanismo podemos ver que los duros sevillanos estaban siempre y todos en circulación, mientras que los legítimos se encontraban a buen recaudo.

La situación llegó al punto de que los jornaleros exigían cobrar en billetes, en tren se cobraba en billetes, y en las tiendas no aceptaban duros.

El problema alcanzó tal magnitud que el Estado se vio obligado a cambiar los duros falsos por duros legales en virtud de la Real Orden de 06.04.1908. Al final se terminó por suspender la acuñación de duros en los primeros años del siglo XX siendo sustituidos por billetes.

 

 

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